La verdad es que suena original, verosímil y hasta cierto punto lógico lo que algunos especuladores interpretan de la salida a la palestra del expresidente del Gobierno, José María Aznar. Salida precedida de un colofón significativo: la renuncia de este a la presidencia de honor del PP. Y lo que interpretan esos visionarios de la política es que Aznar quiere formar un nuevo partido con el que le vaticinan que conseguiría 4 millones de votos y 51 escaños. Y digo que suena viable, novedoso y natural, porque lo mismo que del estrés político e ideológico del PSOE ha sido levantado Podemos, de los mismo males que viene sufriendo el PP puede alzarse un nuevo partido que recupere la ideología reformista y liberal de los populares, e ilusione al respetable. Por supuesto Aznar, en su reciente estreno mediático ante el lobby empresarial valenciano, argumentó que su divergencia con Rajoy, sus políticas y su gobierno tienen más que ver con las subidas de impuestos y los acuerdos que aumentan el déficit. Pero los que seguimos el culebrón Aznar-Rajoy sabemos que hay mucho más que sustancia y alimenta esa clara divergencia entre estos dos líderes políticos. Algunos mentideros hasta aluden a diferencias personales, pero lo sí está claro es que el PP ha ido perdiendo teoría y praxis ideológica en pos de la tecnocracia. Los técnicos son fundamentales en cualquier ejercicio de gobierno pero por definición la técnica carece de ideología y esta es necesaria para dotar a la política de valores humanos y humanizantes. El actual gobierno del PP cuenta con un prestigioso elenco de técnicos. Sin clara ideología se corre el riesgo de caer en eso que Aznar no dice pero da a entender y que no es otra cosa que a lo que aludimos: la tecnocracia. Esperemos que el antagonismo Aznar vs Rajoy se de en clave de fértil debate ideológico, incluso si el extremo es la fundación de un nuevo partido político.

* Mediador y coach