Un año más, Manos Unidas lanza su nueva Campaña con el lema El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida. La campaña se enmarca dentro del Trienio de Lucha contra el Hambre, que se inició en el año 2016, en el que Manos Unidas está trabajando para dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre en el mundo. Para Manos Unidas, solucionar esta lacra pasa por acompañar a los más pobres, reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores, contribuir al cambio hacia unos sistemas alimentarios más justos y educar para una vida solidaria y sostenible. Durante todo el año 2017, Manos Unidas hará hincapié en tres cuestiones esenciales y urgentes para acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, como son el desperdicio de alimentos, la lucha contra la especulación alimentaria y el compromiso con una agricultura respetuosa con el medio ambiente que asegure el consumo local. Estos datos podemos encontrarlos fácilmente en la información que recibimos de Manos Unidas. Pero, hoy precisamente, es el Día del Ayuno voluntario, como pórtico a la Jornada Nacional del próximo domingo. Surge espontánea la pregunta: «¿Por qué comenzar ayunando?». Primero, la respuesta evangélica: «porque no solo de pan vive el hombre»; segundo, porque el ayuno voluntario nos despoja de lo superfluo e innecesario para acoger, algo más vacíos, al Dios de la misericordia, que nos invita a tomar conciencia de quienes lo padecen por el «imperativo legal» del egoísmo instalado en nosotros mismos, y así mirar con otros ojos el exceso del que somos cómplices; tercero, porque nos quita la cáscara del derroche que tira de nuestra mesa, frigorífico o basurero el «alimento sagrado» para quienes en revistas, reportajes y campañas, aparecen desnutridos, famélicos, heridos, desterrados, refugiados, ignorados. Comenzamos ayunando porque el compromiso adquirido nos enfrenta a la digna entrega de generar futuro para los 800 millones de hermanos que ayunan «con su hambre».

* Sacerdote y periodista