Se apellida Berlanga, y algo hay de sainete y de esperpento, con la desesperación afilada del acelerador, en su alunizaje en Génova. Ha dicho Daniel Pérez Berlanga que ayer viernes empotró su coche contra la sede nacional del PP, que iba contra "toda la clase política"; pero este aparcamiento a lo John Rambo, con la desesperación de andar por casa, herida y desquiciante, con varios kilos de nitrato amónico, un iniciador, un temporizador y dos bombonas de butano, ha escogido la ruta de los sobres de Bárcenas, esa actualidad que es el descrédito de la confianza pública. Según los Tedax, el "rudimentario" artefacto era un quiero y no puedo, un poco como la indignación de la gente, que ve cómo sus derechos fundamentales son sistemáticamente amputados, con la mordaza cínica. Mientras, la ex ministra Ana Mato, considerada por el juez Pablo Ruz "partícipe a título lucrativo" de la Gürtel, es elegida vicepresidenta primera de la Comisión de Cooperación Internacional, para incrementar su sueldo de diputada 1.000 euros más y subir a los 4.000, que la vida está cara. Mato asegura estar "muy contenta" con el aumento y Jesús Posada, presidente del Congreso, lo ve "adecuado" y "lógico". Sólo unas horas después, el coche de Berlanga se lleva por delante unos bolardos de la acera de Génova, ese monumento a la contabilidad B. Rafael Hernando culpa a los periodistas de la crispación ciudadana, porque este Gobierno suele tirar al mensajero. El conductor, con su impotencia, completa la metáfora del gran cabreo civil. No esperen autocríticas, porque no las habrá. Solo sobresueldos y silencio.

* Escritor