Me refiero a Rafael Molina Martínez, sobrino carnal del gran califa cordobés del toreo. Nació en Córdoba el 16 de julio de 1880, y fue bautizado en la parroquia de Santa Marina, hijo de Juan Molina Sánchez, hermano de Lagartijo, y de Luisa. Su padre, Juan, era uno de los peones de brega mas afanados de su época. Estando el matrimonio suficientemente acomodado, cuidaron mucho de la buena educación de su hijo Rafael, tratando siempre de que no se fijara en la afición a los toros. Desde niño hizo grandes adelantos en su instrucción y su tío, el gran Lagartijo, hizo que sus padres lo mandaran a un colegio donde recibiera mayor grado de cultura. Así iba transcurriendo su vida sin acordarse del toro, hasta que un día, su hermano Frasco le contó sus hazañas en una capea y tomó buena nota de ello, para más tarde actuar en consecuencia y a los pocos días le dijo a su tío Rafael que tenía resuelto ser torero. Su tío no le hizo caso y se tomó a chufla la resolución de su sobrino, pero tanto persistió el muchacho que por sí solo hizo algunos ensayos en algunos pueblos de la provincia. Un día, y en tono muy formal, le dijo a su tío que quería ser torero y que quería tomar parte en una corrida formal, y su tío le contestó «mañana te probaré y ya veremos». Al día siguiente lo llevó al cortijo que Lagartijo tenía en las inmediaciones de Córdoba y ordenó que soltaran un torete utrero para que lo toreara. Al salir el bicho, el sobrino le dio dos capotazos y en el segundo fue alcanzado y derribado, saliendo el bicho corriendo. Puesto otra vez de pie, marchó con valentía hacia el utrero y le dio tantos capotazos como le cupo en gana y una vez cansado de torear se dirigió hacia la tapia donde estaba encaramado su tío y le preguntó: «Qué, ¿valgo o no valgo?», «sí» le contestó a su sobrino, y bajando de la tapia lo abrazó. Una vez llegado a Córdoba, llamó por teléfono a su hermano Juan, padre de Rafaelillo, y diera su consentimiento para que pudiera torear. Una vez concedido por su padre, toreó como banderillero en nuestra ciudad el 25 de julio de 1897. El 15 de agosto del mismo año mató en nuestra ciudad de un gran volapié a su primer becerro, alternando con Rafael Ramos (Merlo) y Rafael Jaén (Primito). A partir de ese día nació este gran torero, Rafael Molina Martínez, que se apodaba como su tío, Lagartijo, y obtuvo grandes éxitos durante su carrera como matador de toros.

<b>Rafael Fernández Roldán</b>

Córdoba