A quienes escribimos y publicamos se nos pide de vez en cuando que tratemos de esto o aquello, un tema general --la vulneración progresiva de la sobriedad de la Mezquita, con cuadros e imágenes en avalancha no justificada, por ejemplo-- o una preocupación particular --la tala de un árbol en la plaza en que vive el peticionario, por ejemplo--. Ahora se nos pide a todos que escribamos de Cataluña, que le demos caña al del peluquín de fregona y al de los ojos asimétricos.

Y la verdad es que a mí no se me ocurre ni una idea original, ni una sola frase feliz. Es como si me pidieran que escriba de una partida de futbolín, de la que solo percibo los ruidosos rebotes de las bolas. Me niego a resignarme: si se quieren ir que se vayan. Me niego a envalentonarme por las bravas: policías no, los tanques y los legionarios. Me niego a rechazar el cava de San Sadurní, que quizás fabrica un muy español. Me niego a rehusar los productos catalanes, por la misma razón. Me niego a bailar de cachondeo la sardana, porque antes tendría que aprenderla en serio. Me niego a silbar a Piqué, porque juega muy bien a favor de España. Me niego a renegar de los andaluces que se hacen pasar por catalanes de toda la vida, como el señor Montilla, nacido en Iznajar (Si ellos reniegan de Andalucía, que no creo, allá su conciencia). Me niego a echarle la culpa a los mozos, porque posiblemente es de quien confió en ellos, con la ingenuidad de un primocolmulgante. Me niego a repetir que una persona votó cuatro veces y que habías urnas que tenían ya las papeletas dentro, antes de empezar la votación. Me niego a repetir lo del abuso de los niños, usados como escudos. Me niego a ponerme calzoncillos con la bandera de España, por muchas señeras que enarbolen los separatistas. Me niego a hablar de Escocia e Irlanda, porque no viene a cuento. Me niego a darle puñaladas a Podemos, porque tampoco viene a cuento. Me niego a responsabilizar a Pedro. Me niego a jalear a la policía, porque no hace falta. Me niego a pedirle a Soraya que crezca, porque es imposible. Me niego a dejar de comer butifarra. Me niego a tratar de conciliar lo que dicen los obispos y curas catalanes, porque también es imposible: la iglesia siempre juega a par e impar.

Pero de mis negaciones, que podía seguir enumerando, paso a mis evocaciones, que caen sobre mí como si hubiera abierto el altillo de la memoria ¿Qué es y ha sido para mí Cataluña hasta hoy?

Se mezclan en tropel nombres, imágenes, lecturas e ideas. Nombres: Nestor Luján, Tapies, Paniker, José María Castellets, Montalbán... Imágenes: la del calcetín gigante de Tapies en el Moma de Nueva York, la de Terence Moix contoneándose amariconado en la tele --lo que no es incompatible con su condición de buen escritor--, la de la Sagrada Familia --siempre de abajo a arriba--, la geometría perfecta de las calles de Barcelona, las casas de Gaudí, el museo de mi quizás pariente el paisajista Joaquín Mir con una inesperada vidriera, la Ava Gardner en bronce y en tamaño natural, creo que en Tossa del Mar, con la que cumplí el rito del abrazo, el descubrimiento muy tardío de la Costa Brava --una maravilla de árboles y piedras de arriba abajo-- y la carretera que la recorre con curvas de hipo, y que puede terminar en Francia, en la tumba de Antonio Machado, el museo de Dalí con sus relojes derretidos y su Gala que ni fu ni fa... Lecturas: Montalbán en hora de frivolidad, con sus intrigas policiacas y sus sabrosas recetas de cocina, los premios Nadal, uno tras otro, José Plá tan legible y tan poco leído...Aquellas revistas literarias, que apartar junto con Destino...

Ideas: ya digo: muchas y ninguna, porque la acumulación produce aturdimiento y confusión. Desde luego me esfuerzo, como se ha visto más arriba, en no transitar por senderos contaminados, por el peor de todos: el de los lugares comunes, que son como charcos en los que se ahoga el sentido común; en los que se pierde todo criterio.

Ya se sabe: catorce versos dicen que es un soneto. Quizá las setecientas siete palabras que llevo escritas aquí sean un artículo. En todo caso, el artículo que no he sabido escribir.

* Escritor y abogado