Decía Séneca: «Lo que has de decir, antes que a otro, dítelo a ti mismo». Y Octavio Paz: «el agua habla sin cesar y nunca se repite». Sirvan las dos citas para hacer alusión a la conferencia de José Javier Amorós, catedrático de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad de Córdoba, organizada por el Foro Synthesis y pronunciada en el salón del Parador de la Arruzafa. Amorós es un hombre enamorado de la palabra hablada, que parece cincelar con mimo, antes de pronunciarla, cargándola de contenidos, intenciones y mensajes, y de la palabra escrita, que maneja con precisión y un estilo personal que, no solo atrae la atención de sus lectores, sino que, en muchos momentos, los convence, los enfrenta con las verdades más sutiles y más profundas, arropándola con argumentos filosóficos, históricos y anecdóticos. Y en ese bordado del lenguaje y de la palabra escrita, Amorós utiliza como nadie las citas de personajes históricos, de filósofos, teólogos y escritores. Gusta de hablar y escribir, con la ilusión de un joven poeta y con la experiencia de un viejo autor, que conoce perfectamente los entresijos de la literatura y de la vida. Bajo el titulo Actualidad y necesidad de la oratoria, habló en su conferencia de los orígenes de este género literario, de los grandes oradores clásicos y de los nuevos estilos en el uso de la palabra. Al hilo de sus mensajes, fue intercalando perlas para tomar buena nota a la hora de hablar y de escribir. Por ejemplo, «el dominio del lenguaje se obtiene leyendo mucho» o «el buen discurso nunca pasa de los cuarenta minutos y si se queda en treinta y cinco, mejor». Por ejemplo, «somos lo que hablamos», o «la brevedad y un toque elegante de humor son ingredientes básicos de un discurso». Asimismo, Amorós nos dejó el consejo de que «la palabra debe ser acompañada de entonación y de gestos del rostro o con las manos; si no, no transmite nada». Y un aviso para navegantes: «Aprender a hablar en público debería ser obligatorio en todas las carreras universitarias». Amorós fue, en su conferencia, la palabra cálida, ilusionada, convincente, como un argumento de primavera.

* Sacerdote y periodista