A ver, recapitulando así a la ligera, cuántos proyectos culturales se han ido de Córdoba o ni siquiera se han ido porque nunca han llegado, cuántos pasan o han pasado por dificultades, cuántos valiosos especímenes corren peligro. Empecemos por el Palacio del Sur, que, tras diez millones de euros y diez años gastados, no llegó. ¿Extrema responsabilidad ante la cifra final, sentido común frente a un presupuesto desorbitado para esta ciudad, políticas de desencuentro entre instituciones con diferentes siglas que no permitían un acuerdo sobre el reparto de la factura? En todo caso, un dinero tirado y un tiempo malgastado que contribuyó a la sempiterna frustración cordobesa. Sigamos por la Capitalidad Cultural 2016. Hay un interesantísimo libro en Almuzara de Marta Jiménez y Elena Medel, El viaje a ninguna parte , que cuenta con pelos y señales cómo se le robó a Córdoba esa oportunidad única tras otros diez años tirados a la basura, y pocos puñetazos sobre la mesa se han oído, o flojitos. Otra década frustrada. Tercero, la colección de arte Circa XX de Pilar Citoler. Un lustro de extrañísimas negociaciones sobre tasaciones, tipología... que nos dejaban con la boca abierta, un precio que, de ocho millones, se quedó en uno y medio, y la cosa que se fue a Aragón. Al menos un consuelo agridulce, la colección de Rafael Botí está anclada en la ciudad pero es triste que su heredero haya tenido que costear el valiosísimo libro de referencia por la burocracia o lo que sea. Y el castillo de Belalcázar, Bien de Interés Cultural, propiedad de la Junta, a punto de caerse. Cuánta arena en los engranajes de la cultura.

* Profesor