La realidad imita al arte, lo sabemos, pero en El árbol del Vaticano , del argentino Guillermo Orsi, es la literatura, con esa facultad de ensoñación y análisis incluso de lo no ocurrido todavía que posee, la que nos avanza la certeza de que, en efecto, la realidad la imitará también en el futuro. Decir que es una historia de ciencia-ficción es arriesgar un rábano muy suculento por unas simples hojas en donde agarrarlo, aunque sea cierto que esta novela de Orsi se sitúe en una Buenos Aires caótica de un futuro más cercano de lo que parece. Una ciudad desalmada, desestructurada, violenta y absurda, donde un grupo descangayado en el que sobresale Romano, y en el que se van integrando otros esperpénticos Blade Runners porteños (cada uno víctima o agente de su particular, irracional y disparatada cuerda), interpreta una sinfonía a base de acordes serios y convincentes sobre el amor, el deseo, y, fundamentalmente, sobre cómo a no tardar nuestras sociedades se van a ir lindamente al carajo como esto siga así. Todos, por una u otra razón, buscan a una mujer nominada de varias maneras, cada uno tiene su polvo pendiente o sus cuentas que ajustar con ella, pero la cibernética se les ha adelantado y la ha convertido en el Poder, un Poder que ya no es otra cosa que ella. El reputado, premiado y admirado escritor Guillermo Orsi, de quien la editorial cordobesa Almuzara ha publicado varios títulos, nos entrega en El árbol del Vaticano (de momento solo en digital, en lektu.com) no otra cosa que nuestra imagen en el espejo quebrado de la pesadilla.

* Profesor