Escribo a Diario CÓRDOBA porque desconozco a qué Administración debo dirigir esta llamada de atención. Con el peliagudo asunto de las competencias en la España actual no sé si el motivo de esta carta está en una calle que depende del Ayuntamiento, una vía que debe mantener la Junta o una carretera responsabilidad del Estado. En cualquier caso, se trata de un aviso bastante peculiar porque la situación que pretendo denunciar no deja de ser curiosa y quiero pensar que excepcional, aunque de esto no estoy muy seguro.

El caso en cuestión es que en la conocida joroba de la fábrica de cemento, en su margen derecha, saliendo de Córdoba, como a mitad de la subida de la cuesta, además de algunos matojos y yerbajos, hay un árbol. Sí, un árbol que ha nacido en la intersección de la carretera con la acera. El arbolito no es que sea un adulto. Podríamos calificarlo de «árbol adolescente» por su esbeltez. Su altura puede llegar a los dos metros, quizás algo más, y su tronco tiene un considerable diámetro. Su copa no es grande, pero ya tiene una evidente presencia. Digamos que es un árbol que promete y ha demostrado una sorprendente y fuerte capacidad de adaptación. Sería muy curioso conocer el mapa de sus raíces y ver de qué se alimentan. La presencia de este árbol y sus matojos vecinos, nacidos en grietas del asfalto, demuestra que la vida es posible en circunstancias impensables.

Estas líneas pretenden denunciar el escaso mantenimiento de esa «joroba». La presencia de ese árbol delata que en cuatro o cinco años ahí no se ha hecho nada o casi nada. Por cierto que cuando llueve en el otro lado de la rampa --entrando en Córdoba-- se forma un gran y peligroso charco en una hondonada que ocupa prácticamente el carril derecho.

No me gusta talar árboles pero reconocerán conmigo que «el asfalto no es lugar adecuado» para generar naturaleza. Aparte de poder agrietar el túnel con sus raíces es un obstáculo innecesario para los peatones en la acera y los coches en la calzada. La imagen indica abandono y mala conservación de la vía. Un pequeño árbol que quizás debiera ser indultado y trasplantado a un terreno mejor como homenaje a su osadía y para recordar a nuestros políticos que el mantenimiento es al menos tan importante como la propia ejecución de la obra.

<b>Sebastián Muriel. Docente jubilado</b>

Córdoba