Se ha inaugurado en el Museo ABC de Madrid una exposición en homenaje a los tebeos infantiles y juveniles. La generación de los años 40 le debemos mucho a los «chistes». Lo de llamarle tebeos y «comics» vino después. Entonces nos entusiasmaban las aventuras del El hombre enmascarado, así llamaban a la versión española del Phantom norteamericano. Las de Juan Centella eran, asimismo, la adaptación de un personaje italiano inspirado en el boxeador Primo Carnera. Nos atraía El Guerrero del Antifaz cuyas aventuras se situaban en los últimos años de la Reconquista. No he olvidado personajes como Zoraida, Aixa y Ali Kan. La serie de Roberto Alcázar y Pedrín tenía ambiente policiaco. Muchos años después alguien tildó de fascistoide a Roberto y hoy sigo sin saber por qué. Flechas y Pelayos» más que un «chiste» era una revista por su formato y por sus textos. Me atraía por lo bien hecha y porque sus colaboradores tenían buena pluma e ideas originales. De las aventuras de Cubillo y Pirracas, con excelentes dibujos de Aróztegui, supe mucho mas tarde que los textos eran de Álvaro de Laiglesia, director de La Codorniz. Gloria Fuertes nos deleiteaba con historietas graciosas. Reí, asimismo, el ingenio de Gabi, autor de la serie Sherlock López y Watso de Leche. El director era Fray Justo Pérez de Urbel y no supe en sus artículos del adoctrinamiento, el de la Falange que era la editora. Eso sí, aprendí a leer y a disfrutar leyendo. ¿Por qué los niños, tan «adoctrinados» hoy por los mensajes de los móviles o por los videojuegos, son tan reacios a leer?

* Periodista