El año que acaba de comenzar tiene puesto el foco en Córdoba en un listado de infraestructuras muy reivindicadas y esperadas. Si el 2018 fuese el año definitivo para que sean una realidad, dentro de 365 días estaríamos ante una catarata de grandes noticias para la ciudad. Nada parece que vaya a hacer retornar a vía muerta el tren de cercanías entre Alcolea y Villarrubia, que si no hay imprevistos a partir del primer trimestre entrará en servicio. Ayuntamiento y Gobierno central ya han puesto las bases para que esto ocurra. Ocho obras que llevan tiempo varadas, como son la ronda Norte y la antigua Azucarera, se van a reanudar. También se espera que lleguen a su fin la reforma del Palacio de Congresos, una infraestructura clave, y la primera fase del Marrubial. También la nueva salida de la A-4 se espera que solucione las carencias de esta importante red de comunicación a lo largo de este ejercicio. En total, habrá más de 65 proyectos de envergadura en marcha, tanto públicos como privados, valorados por encima de los 300 millones de euros.

En el panorama nacional, el hecho de que las elecciones del 21-D no hayan resuelto nada en Cataluña y hayan devuelto la situación política a la casilla de salida condiciona el desarrollo de multitud de acontecimientos del año que empieza. De cómo se resuelvan las incógnitas más importantes dependerá, por ejemplo, si habrá o no Presupuestos en el conjunto de España, si habrá avances en la financiación de las autonomías y en la comisión del Congreso que revisa la cuestión territorial. La corrupción no abandonará el primer plano. Habrá sentencia del caso Gürtel, un obstáculo para que el PP recupere votos en su disputa con Ciudadanos (C’s), agudizada tras el 21-D. Frenar a C’s será también objetivo del PSOE, cada vez menos preocupado por su flanco izquierdo con el desinfle de Podemos.

Fuera ya de la influencia de lo que sucede entorno al conflicto catalán, el 2018 se inicia con una economía en proceso de frenado y un mundo más peligroso que el de principios del 2017. Eso se debe fundamentalmente a la errática, egoísta y aislacionista política de Trump, que, con su consigna de América, primero, ha cercenado la multilateralidad en Oriente Próximo -ha reconocido a Jerusalén como capital de Israel y ha amenazado el pacto nuclear con Irán-- o en los acuerdos comerciales, y ha situado a China y a Rusia -pese a sus devaneos con Putin- como enemigos en la estrategia de la Casa Blanca. Trump ha sido en el 2017 todo lo malo -o peor- que pronosticaban sus bravatas en la campaña electoral y su pugna barriobajera con Corea del Norte es el mejor ejemplo. Hay que confiar en que en el nuevo año se intensifique la lucha contra la violencia machista y el acoso sexual, tema en el que el juicio de La Manada y las numerosas denuncias surgidas en Hollywood deben ser un aldabonazo para acabar con esas lacras.