No pude siquiera ver el primer segundo del vídeo. Corrió por las redes durante días. Solo imaginar lo que ocurriría al darle al play producía escalofríos. Sobre la imagen pausada aparecían dos palabras que lo convertían todo en algo más terrorífico aún. Dos palabras: La manada. Como sabemos, es el nombre con el que se hacen llamar los cinco detenidos por la supuesta violación múltiple de una joven durante los Sanfermines. Ese vídeo, grabado dentro de un coche y que enseñaba los tocamientos a otra chica, fue extraído de sus teléfonos móviles porque se dedicaron a reenviárselo entre ellos y a otros amigos. Entonces también hablaron de sexo consentido.

Estos días se celebra en Pamplona contra todos ellos el juicio por lo ocurrido y produce vergüenza ver cómo se han admitido en la causa imágenes colgadas en las redes sociales... ¡por la víctima del ataque! Y, sin embargo, el juzgado no ha admitido los mensajes de móvil que los cinco acusados se estuvieron enviando entre ellos antes y en los que también hay referencia a la otra posible agresión sexual en Pozoblanco (Córdoba) y al uso de la droga burundanga, que puede anular la voluntad de quienes la toman.

Estos días hemos leído frases de los mensajes posteriores a lo ocurrido en los Sanfermines recogidas en algunos medios: «Follándonos a una entre los cinco, puta pasada de viaje». Resulta lamentable que la víctima de todo esto tenga que ser sometida a una doble humillación. ¿Por qué se permite que la víctima sea investigada por un equipo de detectives privados encargado por los acusados? ¿Qué se está queriendo decir aportando sus fotos de redes sociales? ¿Si la víctima ha publicado mensajes o lleva un tipo de vida concreto se lo merecía? ¿Lo buscaba? ¿Quieren decir que nunca ocurrió? Más bien, como ella misma explicó ante el juez, solo es una chica intentando salir adelante y superar lo que ha vivido. Los agentes que la atendieron esa noche también han declarado en el juicio. Dicen que no era un relato fingido y que estaba en estado de choque. Sumen a eso el informe médico que habla de las heridas que presentaba en la zona genital. Cinco hombres con una mujer empujada a entrar en un portal.

En los juzgados y hasta en algunos medios serios y de prestigio, estos días hemos visto cómo se han puesto en duda los testimonios de multitud de mujeres que se han atrevido a hablar públicamente de cómo sufrieron acoso sexual hace años. Hay quien, todavía en el siglo XXI, duda de su veracidad basándose únicamente en el tiempo que han tardado en denunciarlo. Se llama miedo. Y quizá sea más fácil ponerse en la piel de esas mujeres cuando enfrente tienes a un grupo de hombres que se hace llamar La manada.

*Periodista