Hubo un tiempo en que Andalucía no pertenecía a nuestra memoria porque los vencedores de la guerra civil se encargaron de borrar todo lo que nos distrajese de la doctrina oficial. Después de la muerte del dictador, cuando España dejó de amanecer para unos pocos y empezó a despertarse para todos, casi como párvulos, tuvimos que apuntarnos a clases aceleradas de recuperación de la memoria y a agitar por los aires brazos, puños y lamentos para reclamar nuestra herencia. Fue cuando Andalucía se convirtió en un empeño común en la calle y en los despachos, cuando políticos y pueblo salieron a gritar al calor de una misma bandera. Ese tiempo en que Andalucía se convirtió en sentimiento, la mejor manera de conquistar la razón que, a partir de entonces, guió a una tierra que empezaba a levantarse al conjuro que Blas Infante había lanzado muchísimo tiempo antes, cuando España y Andalucía experimentaban los colores de la libertad, luego truncada. El blanco y el verde empezaron a ondear en los cielos de la nueva Andalucía, una tierra, una bandera y una memoria comunes que hasta entonces había permanecido secuestrada en los sótanos y en las trastiendas de las haciendas de los señoritos, sus dueños. Andalucía, desde la muerte del dictador y en los entresueños de la Transición, se convirtió en una tierra con historia, en un himno que incitaba a la solidaridad con España y la humanidad (ella, de tantos monumentos patrimonio mundial), en una emoción y en un pellizco en el corazón. Y en una transmisión de conocimientos para que nadie volviera a tergiversar su historia a las futuras generaciones. Cada ser humano nace con la obligación de cuidar y transmitir al tiempo y a la historia la tierra donde ha crecido, sea Zambia, Corea del Sur, España, El Viso, Villaralto, Cataluña, País Vasco o Andalucía porque ese lugar, sobre todo si es el de nacimiento, condiciona nuestro comportamiento. Los andaluces tenemos la obligación de levantarnos, pedir tierra y libertad, volver a ser lo que fuimos -"hombres de luz que a los hombres alma de hombres les dimos"-- y exigir que los políticos no utilicen el nombre de Andalucía en vano.