La dimisión de Michael Bates ha sido de quita y pon, porque la premier, Theresa May, le ha dicho que no viene a cuento y que siga en sus funciones. Pero este parlamentario y secretario de Desarrollo Internacional del Reino Unido presentó su dimisión, junto con unas disculpas tan sentidas que se acercaban a lo dramático, por llegar dos minutos tarde a la sesión de control y no haber podido contestar a la pregunta de una diputada de la oposición. La extremada cortesía de este lord, que se mostró «absolutamente avergonzado», causaría risa aquí en España, donde pocos políticos son puntuales, una costumbre que se acentúa si han citado a la prensa, a la que hasta el más humilde concejal disfruta haciendo esperar. Ni tanto ni tan calvo.