En la década de los 50, mi padre, aficionado a la fotografía entre otras artes, llevaba una antigua cámara fotografica, de las de fuelle, al padre de mi amigo Paco para que la revisara en su Estudio de la calle Concepción. Cuando hablaba de él utilizaba un neologismo, gran «micromecánico».

Paco heredó de su padre ese título y sus conocimientos y se puso a aprender con los mejores profesionales de España, para luego, sin perder su calidez humana, hacer crecer su Estudio al máximo. Daba gusto estar con él, era un gran comunicador, con un enorme sentido del humor, amigo de todos y con un gran respeto a sus clientes.

En su profesión estuvo siempre en lo más alto, participando en todo importante que tenía lugar en Córdoba. Quiso dar un salto uniéndose a otro cordobés, gran fotógrafo y gran persona. No les convino y Paco volvió a lo suyo, su Estudio, sus clientes amigos y sus amigos clientes hasta que la edad lo dejara en casa y la familia pudiera disfrutarlo.

En estos últimos años se refugió en su independencia y solo tuvo presencia pública hasta su aparición en nuestro Diario CÓRDOBA con la publicación de sus magníficas fotos del «Lago de las Tendillas» en ‘Paseando por Córdoba’.

Que descanse en paz, este buen amigo, cordobés del alma.