La Hermandad del Rescatado celebra estos días, en la iglesia de los Padres Trinitarios, un triduo en honor de María Santísima de la Amargura, con motivo de su 75 aniversario, que se cerrará hoy con la Exaltación de dicha imagen, a cargo de José Juan Jiménez-Güeto. La Amargura es una advocación que se prodiga en muchísimas imágenes de Dolorosas, procesionando tambien en la Semana Santa. Y es que la palabra «amargura» tiene su historia en las páginas bíblicas. Se inserta en el pasaje del Éxodo, el gran libro épico de la liberación y de la alianza, en el que se nos narra cómo el Señor penetra en la historia, poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimidos por una de las potencias de la época. Como rescatador de esclavos, como defensor del derecho de los sin derecho, como salvador justiciero, se presenta en la historia el Señor de la historia. El Faraón resiste por razón de Estado: razón política, porque la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en quinta columna del enemigo; razón económica, porque suministran trabajo de balde. El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que se solidariza con el pueblo y lo moviliza, enfrentándose tenazmente con el Faraón, consumándose con la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo inerme. El Señor será ya siempre para Israel, «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud». Uno de los episodios hace alusión a la llegada de los israelitas a la región de La Amarga, «pero no pudieron beber el agua porque era amarga». Dice el Éxodo: «El pueblo protestó contra Moisés, diciendo: ‘¿Qué bebemos?’. Moisés clamó al Señor y el Señor le indicó que echara un árbol sobre las aguas y se convirtieron en aguas dulces». Ese árbol representaba el Árbol de la vida, el anuncio del Mesías, que tiene el poder de convertir «la amargura» de las aguas salobres, en «aguas dulces». Recordaba yo a la Hermandad, en el triduo a la Virgen de la Amargura, estas páginas bíblicas, invitándoles a que acogieran esta advocación con su más pleno sentido: «Con María, que nos muestra a Jesús, la amargura se convierte en agua dulce, viva y saludable».

* Sacerdote y periodista