Ya lo dijo Tony Judt en un clarividente ensayo con este mismo título, Algo va mal, y lo ha vuelto decir hace unos días otro iluminado de nuestra sociedad, Mark Zuckerberg, en el acto de graduación de la Universidad de Harvard, en la que comenzó los estudios superiores que no llegó a terminar pues los abandonó para crear y fundar Facebook, y hacerse multimillonario. En su discurso ante los que serán graduados en 2017, Zuckerberg fue crítico consigo mismo y con el sistema actual: «Algo va mal en nuestro sistema si en diez años yo puedo hacer millones de dólares y muchos estudiantes no pueden pagar sus matrículas». Habló también de explorar nuevas ideas como la renta básica universal y la desigualdad que supone que la asistencia sanitaria dependa de que las personas tengan o no trabajo, tengan o no un seguro privado. Dijo más cosas, pero creo que las apuntadas aquí son suficientes para tomar nota de que una ceremonia como la graduación también puede ser útil para aprender, reflexionar y meter el dedo en la llaga de las desigualdades que propicia y alienta nuestro mundo capitalista. Lástima que en nuestras facultades, donde se han implantado con tantísimo éxito estas fiestas de graduación copiadas de Hollywood, nos hayamos quedado solo en el lanzamiento del birrete al aire y no con el espíritu crítico y la aspiración a la excelencia. Y digo esto porque, además de mi experiencia como asistente a esta moda de graduación, justamente esta semana se ha publicado un informe sobre la gestión de la universidad española, que según un veintena de expertos que lo sustentan se encuentra sumida en una «notable y consistente mediocridad». A su vez, el estudio sobre la calidad de la gobernanza del sistema educativo español denuncia que la selección de los responsables no siempre cumple con los requisitos de mérito y calidad, ó sea que los altos cargos educativos no dan la talla. Lo que equivale a decir que no son los mejores los que están al frente. También el estudio hace una clasificación a partir del análisis de 61 campus sobre el rendimiento, la investigación y la empleabilidad de sus graduados. En ninguno de los apartados, entre los diez primeros, figura ninguna universidad andaluza, mientras que los primeros puestos los ocupan las universidades catalanas. Tan solo la de Almería, de todas las andaluzas, es la mejor situada, en el puesto número 21, del ránking de empleabiliad. Mientras releo este informe me entero de la decisión tomada en él último Consejo de Ministros: los alumnos de la ESO podrán obtener el título de graduado con menos de un cinco y pasar a Secundaria con dos suspensas. Así nos va.

* Periodista