Y dicen que las pasan Ustedes canutas, que caminan rápidos y enjutos por las sombras, que amortizan hipoteca y se atrincheran en sus casas hasta la caída del astro rey, que han hecho del tumbing viendo a Nadal y a la Roja por la tele el deporte nacional patrio, que ha subido la cotización de botijos y abanicos, que no ganan para pagarle a las eléctricas la factura de junio y sienten pesadillas pensando en la de julio y agosto, que los colegios de niños están que arden y han pensado en refrescarlos a manguerazos en el patio, será que estamos en alerta naranja.

Si el Colegio de Periodistas de Galicia denuncia amenazas policiales a la prensa, si los desahucios suben este año con 17.000 ejecuciones, si la declaración de la renta les ha dejado más pobres de lo que ya eran, si el desafío catalán sigue subiendo la apuesta y el nivel de la estupidez humana, si las mociones de censura las carga el diablo y sirven para vapulear al censurador por el 75 % del Congreso, será que estamos en alerta naranja

Si en Murcia han intentado quemar vivo a un indigente, si las bicicletas ya no son para el verano y es un año negro para los ciclistas fallecidos en nuestras carreteras, si la violencia de género se dispara irracionalmente, si cada semana se cuentan por miles los inmigrantes recogidos en el muro líquido del Mediterráneo, si somos cada vez más presos del miedo y el populismo, será que estamos en alerta naranja.

Si el Banco Popular se vende por 1 euro y el Santander se ahorra 5.000 millones de impuestos en la operación, si a los 300.000 accionistas los manda el sistema a su casa con una mano delante y otra detrás, después de que el Banco de España aprobara hace unos meses la ampliación de capital ocultando el riesgo de su liquidez, si las demandas por cláusulas suelo abusivas amenazan con colapsar los juzgados, será que estamos en alerta naranja.

Ya sabe lo que tiene que hacer y siga los consejos: respire hondo antes de contestar, practique la siesta, haga yoga, apague la tele, coma sandía fresquita, derribe muros físicos y mentales, ríase lo que pueda, lea una buena novela, confíe en la gente que le respeta y no le vende nada: ni discursos, ni ideologías, ni doctrinas, ni créditos, ni seguros, ni confort. Y dese un baño de autoestima, un chute de esperanza, un refrigerio de compadres. Eso cuesta poco y vale mucho. Ponle coraje, aprieta tú a la vida y que no sea al revés.

* Abogado