Faltan seis días, pero la suerte está echada. Angela Merkel y su partido democristiano, la CDU en coalición con los socios bávaros de la CSU, serán los ganadores de las elecciones. Las incógnitas habitan en los demás partidos. ¿Cómo quedarán los socialdemócratas del SPD? ¿Regresarán al Bundestag los liberales? ¿Cuál será el impacto de la ultranacionalista AfD? ¿En qué situación quedarán La Izquierda y Los Verdes? De la respuesta a estos interrogantes dependerá el futuro Gobierno alemán.

En los 12 años en los que ha gobernado, Merkel ha tenido serias caídas de popularidad. Sin embargo, la estabilidad económica que su gobierno ha dado a Alemania cuando la mayor parte de países europeos se desangraban, ha convertido a la cancillera en un aval de progreso y continuidad. La posibilidad de un Gobierno en minoría o de unas nuevas elecciones sería un puñetazo a la estabilidad. Sería un mal escenario para Alemania, pero también para Europa porque guste o no, es una roca a la que agarrarse en un mundo en el que los líderes de dos grandes países se llaman Trump y Putin.