Es siempre un desmesurado placer seguir el rastro del Sr. López Andrada. Resulta fascinante abordar sus opiniones, comentarios, semblanzas, etc. Así como adentrarse en su extensa, rigurosa, armónica y cualitativa, obra literaria. Lo he leído en sus colaboraciones, acertadas y elegantes, en el suplemento literario del Diario CÓRDOBA Cuadernos del Sur. Me ha conmovido el ardor con el que siente, difunde y se siente orgulloso de su querido Valle de los Pedroches; como además, y muy inteligentemente, desmenuzó su amigo y admirador Joaquín Pérez Azaústre en su artículo El viento derruido, publicado también en este emblema mediático, sobre el que hoy escribimos.

Volviendo al inicio y motor de estas opiniones, no quiero dejar pasar el que este 10 de agosto ha publicado en este medio, en el cual el autor se siente como en casa, sobre la figura Luis García Montero, titulado: La mano, las palabras. Don Alejandro nos muestra un enfoque, un entusiasmo, una profundidad, que hilvanando características y sutilezas nos conduce irremediablemente a búsquedas y discernimientos, a consultas y hallazgos. Además del tono descriptivo y admiración hacia el marido de Almudena Grandes, sus recomendaciones e indicaciones, culminan en dos libros que con total seguridad formaran parte, en breve, de la biblioteca de cualquier amante del buen hacer literario y del lector que busca y sigue inteligentes recomendaciones. Además de sus opiniones, Sr. López Andrada, he podido leer algún libro suyo, otro lo tengo en espera, y debo decirle que me ha encantado, que su literatura, tan descriptiva como clara, evidencia un sentir y un espléndido manejo de las palabras y circunstancias. Acertada, inteligente e imprescindible, resulta la opinión del Sr. López Andrada para entender este nutrido y loco mundillo literario.