Manuel Sánchez-Badajoz Cano, hasta el pasado 13 de junio el único alcalde socialista de Córdoba, nació en Alcántara (Cáceres) en 1892, en el seno de una familia acomodada que le facilitó una esmerada educación. Funcionario de Correos por oposición, tras ingresar en la UGT y el PSOE, accedió a la alcaldía de Brozas, donde residía, en noviembre de 1932. En este puesto se mantuvo hasta abril de 1934 y todavía sus paisanos recuerdan su acertada gestión plena de eficacia y dinamismo. Un ejemplo de la misma fue la adquisición con cargo a fondos municipales de una finca para parcelarla y repartirla entre los braceros en vista de la lentitud con que se estaba acometiendo la reforma agraria de la Segunda República.

Los sucesos de octubre de 1934 supusieron la persecución política de Manuel Sánchez-Badajoz que perdió la alcaldía de Brozas y se vio obligado a pedir traslado como funcionario de Correos. Fue así como llegó a Córdoba, donde encabezó la corriente más izquierdista del socialismo que lideraba Francisco Largo Caballero. Al imponerse esta línea frente a la más moderada, Manuel Sánchez-Badajoz fue propuesto por el Frente Popular para encabezar la alcaldía de Córdoba, tras el triunfo de las izquierdas en febrero de 1936.

Con las reticencias del gobernador civil de Córdoba, Antonio Rodríguez de León, un hombre de Izquierda Republicana, Manuel Sánchez-Badajoz accedió a la alcaldía cordobesa el 21 de marzo de 1936. Solo estuvo en el cargo hasta el 18 de julio de aquel año, pero fue suficiente para dejar en el Ayuntamiento una notable impronta de energía y decisión.

La principal iniciativa del alcalde Sánchez-Badajoz fue el proyecto de municipalización de la empresa de aguas de Córdoba a fin de que, con los beneficios que e derivarían de su gestión pública, se saldara la grave deuda que tenía contraída la ciudad y que ascendía a más de 20.000.000 de pesetas. Las cuentas que presentó Sánchez-Badajoz para este proyecto fueron impecables. Pero su ejecución se frustró por el boicot del Banco de Crédito Local al ayuntamiento frentepopulista y por la sublevación militar que acabó con la República.

Por otra parte Manuel Sánchez-Badajoz mantuvo un fuerte enfrentamiento con la Empresa de Gas y Electricidad. Denunció sus abusos contra una ciudadanía que pagaba la más alta factura de luz de toda España por la connivencia de los responsables de la empresa --señores Vinuesa y Carbonell-- con las anteriores corporaciones locales.

A estas dos actuaciones hay que añadir sus iniciativas para paliar los graves problemas sociales del momento como defensor de los más humildes, la mediación con los obreros metalúrgicos de la SUPE y la Electromecánicas, el fomento de construcciones escolares y de cooperativas de viviendas, los proyectos de moralización de la gestión municipal, medidas contra la adulteración del precio del pan, etcétera. Y algo que reflejó muy bien su carácter: la aplicación del estricto laicismo en las celebraciones de la Semana Santa al recordar que no habría problemas con los tradicionales desfiles, como la derecha más reaccionaria le quería atribuir, pues "como hombre laico soy respetuoso con todas las creencias". Estas palabras, reproducidas en la prensa local, le valieron el aplauso de los cofrades cordobeses.

Manuel Sánchez-Badajoz fue el dirigente político que más se opuso al golpe militar del 18 de julio de 1936. Denunció los preparativos golpistas y encabezó la resistencia en el Gobierno Civil frente a la pasividad de su titular Antonio Rodríguez de León. Cuando éste se rindió al coronel Ciriaco Cascajo, Manuel Sánchez-Badajoz logró escapar. Después de un frustrado intento de resistencia en las Casas Capitulares se escondió con otros correligionarios en la huerta de los Aldabones, sita en las Costanillas. Fue descubierto por una delación y fusilado en la madrugada del 8 de agosto en aplicación del criminal Bando de Guerra que imperaba en la ciudad. La despedida a sus familiares la escribió en el reverso de una carta del director general de Correos que le felicitaba por las gestiones para la construcción de la nueva casa de Correos en la actual calle Cruz Conde. Hoy, cuando se cumplen casi ochenta años del asesinato del único alcalde socialista de Córdoba, su sucesora, Isabel Ambrosio Palos, ha tenido el gesto de que su primer acto como alcaldesa fuera depositar un ramo de rosas rojas en su tumba. Ojalá este hecho contribuya a que muchos socialistas recuperen su propia memoria que a veces parecen olvidar.

Si nuestra alcaldesa no se queda solo en el gesto y se fija en lo que Manuel Sánchez-Badajoz acometió en su corto mandato, será su digna sucesora. Estoy seguro de ello porque, lo mismo que él, sabrá emprender mejoras en la ciudad para beneficio de todos, luchará contra las injusticias, aplicará los valores del laicismo y siempre tendrá presente la importancia de la educación y de la cultura como instrumentos esenciales para la convivencia en paz y en libertad.

* Historiador