Somos muchos los ciudadanos que nos hemos alegrado del oportuno reportaje que con fecha 9 de septiembre este periódico le dedicó al colegio La Aduana, que ocupa parte de un edificio emblemático que las autoridades educativas no han sabido o no han querido mantener a pesar de las inmensas posibilidades de uso que ofrecía. No obstante este buen trabajo de la periodista Carmen Aumente, me gustaría añadir algunos elementos y reflexiones sobre el hecho por si pudieran contribuir a conocer más este asunto. En principio me gustaría puntualizar que estos actos vandálicos no solo ocurren en fín de semana y, que si bien es cierto que en las incursiones participan algunos menores, la mayor parte de los intrusos, por lo que se puede apreciar, tendrían más de dieciocho años. Para constatarlo basta con ver los vídeos disponibles en Youtube o darse un paseo cualquier atardecer por el entorno del edificio. Creo necesaria esta puntualización porque citando a menores como los autores podríamos llegar a pensar que son «chiquilladas» y tender a exculparlos, lo que también parece ser una excusa para las autoridades. Los videos antes citados, (en algunos casos aparecen grupos esotéricos organizados que lucen sus anagramas identificativos) y los hechos ocurridos, abundantemente denunciados, deberían alertar a las autoridades que corresponda para que se tomasen este problema en serio a la vez que deberían servir de prueba para identificar a los responsables. Da la impresión de que esto no ocurrirá hasta que suceda alguna desgracia personal irreparable y se cree alarma social. Las autoridades académicas se apresuran a decir que el vandalismo no está afectando a la parte ocupada por el colegio. Si bien es cierto que el desarrollo de la actividad docente en las aulas en este momento no se está viendo afectado por estos hechos, no lo es menos que las instalaciones propias del colegio han sido atacadas desde hace tiempo. Es el caso, por ejemplo, de la cristalera de la escalera que está situada en la fachada o un recurso educativo como es el huerto escolar en el que con una frecuencia casi semanal se arrancan, destrozan y hurtan elementos e instalaciones del mismo entorpeciéndose las tareas y estudios que allí se realizan.

Finalmente una reflexión: ¿se tardaría tanto en resolver este asunto por parte de las autoridades si estas asiduas incursiones vandálicas se hicieran en las instalaciones de otros organismos oficiales como el Ayuntamiento, una delegación territorial o un juzgado?H

<b>Matías Duque Romero.</b>

Profesor jubilado / Córdoba