Hay noticias que suenan demasiado inverosímiles. Es el caso de la historia de Julia, una mujer de 49 años, que fue expulsada de una charla comercial en un hotel de Motilla del Palancar (Cuenca) porque tiene síndrome de Down y «podría asustar a la gente» que asistía al encuentro, según denunció su hermana. La magnitud de la discriminación y la grosería hacia Julia --corroboradas por testigos-- han llevado a su familia a anunciar que presentará una denuncia contra la empresa organizadora del acto comercial. Resulta vergonzosa una actitud de este tipo. Y aún lo es más porque no se trata de casos aislados. Ha habido denuncias en Almería o Lérida porque se prohibió la entrada de grupos a pubs u hoteles. Una sociedad moderna no puede tolerar actitudes discriminatorias e insultantes como las que sufrió Julia. Las administraciones deben esforzarse por erradicarlas y por lograr la plena igualdad e integración en todos los ámbitos de los colectivos con discapacidades. Es una asignatura pendiente.