Mañana domingo, algunos jerarcas de la Iglesia con el apoyo del Papa Ratzinger y, acompañados por cientos de miles de católicos, convocados para la ocasión por el cardenal de Madrid y por el fundador del Camino Neocatecumenal, despedirán el año 2007 con una concentración en defensa de la familia cristiana. Al parecer, se trataría de una celebración litúrgica, más que de una manifestación formal en contra de Rodríguez Zapatero y su Gobierno, por haber aprobado en su día el matrimonio entre homosexuales. Pero aunque no se diga, los convocantes sí que mantienen su intencionalidad política y más en las fechas que corren, en las puertas de unas elecciones generales.

El cardenal Rouco Varela , en una carta reciente pastoral, nos recuerda "las fuertes amenazas que hoy en día sufre la familia tradicional". Para el arzobispo de Madrid, "cuando se toca la esencia misma de la familia, que es la unión de un varón y una mujer, no se puede hablar de familia". Nadie duda de que a este arzobispo y demás eclesiásticos, desde su perspectiva, se les puediera conceder que no asuman otro tipo de uniones como sacramentos, de acuerdo con la tradición de la Iglesia y de su concepción teológica, pero de ahí a que tengamos los demás que aceptar sus planteamientos, de que no constituyen una familia, va todo un abismo. Convendrá conmigo el purpurado gallego que el propio concepto de familia ha evolucionado, o es que acaso nos desea imponer a todos el mismo modelo que los Kikos propugnan y que vienen asumiendo desde sus inicios y que respeto pero no comparto. Está claro que el arquetipo ha cambiado, incluso para quienes podamos considerarnos dentro del catolicismo.

Aunque las familias nucleares se extiendan, por entre las diferentes culturas del mundo, otras formas sociales pueden complementarlas o incluso sustituir a aquellas. En la sociedad actual, la familia se caracteriza por una cada vez mayor diversidad y cambio, en cuanto a su configuración. Por ello, no sé ni cómo se atreven a definir el propio desposorio, cuando hoy en día se sabe que es bastante difícil poder hacerlo. Todos conocemos que los matrimonios suelen ser relaciones entre grupos, además de entre cónyuges individuales. Y no pocas sociedades permiten, como ya lo hicieran también durante el pasado, los llamados matrimonios plurales (poligamia) de cualquiera de los tipos existentes, ya sea poliginia o bien poliandria.

El primero de ellos, implica múltiples esposas, mientras que el segundo diversos maridos, si bien será menos común este tipo de matrimonio. El afirmar, pues, que éste es tan solo la unión de un hombre con una mujer, de modo que los hijos de ella sean reconocidos como herederos de ambos cónyuges, no es un universal válido desde la perspectiva antropológica, y no por una, sino por varias y múltiples razones. Además, son ya varios los países que reconocen los matrimonios entre homosexuales, el nuestro entre ellos. De igual modo, en otras sociedades, los casamientos unen a más de dos cónyuges, en aquello que los antropólogos hemos venido a llamar uniones plurales, como cuando una mujer se casa con un grupo de hermanos --poliandria fraternal-- en algunas de las comunidades del Himalaya. En otros lugares, se vive como parejas de hecho, de acuerdo con reglas legales socialmente sancionadas, mientras que también se reconocen diversos tipos de matrimonio entre personas del mismo sexo. No olvidemos, por ejemplo, que en Sudán a una mujer nuer se la puede casar con otra mujer, sobre todo si su padre solo tiene hijas y no cuenta con un heredero varón, algo muy necesario para la supervivencia de su patrilinaje. El padre puede pedirle a una hija que haga el papel de hijo para obtener una novia. Se trataría, pues, de una relación simbólica y social en lugar de sexual. Todos estos tipos de uniones son matrimonios y otros muchos más, que como ellos también lo serán, al igual que los que se dan entre personas del mismo sexo que, a nuestro juicio, constituyen una familia. No creo que el mañana de los hijos solamente pueda y deba manifestarse en un único modelo de familia, ya que como bien debieran saber estos príncipes de la Iglesia, existe en el mundo una extraordinaria variedad de tipos y de acuerdos de apareamientos. Conocen ellos que no hay una única forma de organizar la vida doméstica y no existe una pauta que sea más "natural" que otra, por lo que no entiendo el montaje que ahora quieren hacer, como ya lo hicieran durante el verano del pasado año en Valencia. Tal vez, debieran los jeracas respetar la pluralidad de formas y situaciones familiares existentes hoy en el mundo, incluidas las de personas del mismo sexo. Una realidad que,desde luego, sí reconocemos otros muchos que también nos consideramos católicos, por ser hoy en día sumamente complicado especificar la esencia mental y conductual de la relación marital como para que nos lleve a una única definición de lo que puede ser o no un matrimonio, o bien una familia.

* Catedrático