Estamos viviendo un empobrecimiento de la pobreza». Esta dura y real sentencia no se refiere al tercer mundo. Habla de España y sale como un bofetón de la boca de Sebastián Mora. Sebas es el secretario general de Cáritas, la organización que se ha convertido ya la conciencia humana y numérica de los que se han quedado fuera del sistema por culpa de la crisis. Y son centenares de miles.

Cáritas ha sostenido a muchas familias de nuestro país en los años más duros. Y, ahora, en el último informe (realizado por la Fundación Foessa en el primer trimestre de este año en más de 1.300 hogares sobre la gran recesión sufrida en los años 2007-2013) vuelve a darnos un toque de atención.

«Hemos normalizado que la gente lo pase mal». Efectivamente, al tener la sensación de haber pasado lo peor, el tema ha salido del debate público y político. A pesar de que seguimos teniendo algunos indicadores muy preocupantes. Siete de cada diez familias no percibe lo que algunas instituciones llaman «recuperación» económica. Y un 60% de las personas encuestadas tienen dificultades para llegar a fin de mes y tendrían muy complicado afrontar una nueva crisis.

La sensación de vivir en el alambre no se ha marchado tres años después de que oficialmente se dijera adiós a la recesión. Para muchas de estas personas la precariedad llegó para quedarse, se ha instalado y habita entre las cuatro paredes de muchos hogares de España. Y la única red que algunos sienten cerca es la del propio entorno. Un círculo de amigos y parientes, una suerte de salvavidas del que incluso se ha tirado en exceso ante la desaparición de algunas políticas sociales por los recortes.

En el informe hay además una mención especial a la situación de los inmigrantes que viven desde hace años en nuestro país. Los que, como se recuerda, «han pasado con nosotros la crisis, han decidido quedarse entre nosotros y que constituyen una parte relevante de la riqueza de nuestra sociedad. Los que son ya parte de nuestra estructura social». La organización pide que sean considerados como los ciudadanos nacidos aquí. Y no lo dice la izquierda radical. Lo dice Cáritas. Una organización que va a seguir haciendo su trabajo como siempre. Rescatando la dignidad de un país que sigue herido. Y seguirán insistiendo en que no podemos aceptar ser anestesiados ante la gravedad de la situación. Nos recordarán que no podemos acostumbrarnos a la nueva realidad de pobreza endémica. «No podemos resignarnos a la pobreza como si fuera algo natural».

O como dice Sebas, «no podemos arriesgarnos a aceptar lo inaceptable».

* Periodista