En las hilás de los olivares se van amontonando los ramones recién desvaretados. Durante la próxima quinzá finalizará esta labor. He visto en un video a Macarena Ortega Pallarés, quitando las varetas de sus fincas a la vez que explicaba el por qué de esta labor. Lourdes Pérez Moral presentó en 2010 su libro La casa Pallarés. Familia y Negocio oleícola, la historia de una empresa pionera en la comercialización del aceite de oliva. Un catalán, Fernando Pallarés Besora, intuyó a principio del siglo XX que el futuro del aceite de oliva estaba en su comercialización. Entonces esa idea no se tenía en cuenta por estas tierras de olivos. Había un desequilibrio entre saber más de campo que saber comercializar el aceite. Luís Pallarés Delsors, nacido en Tortosa en 1880, vino a Cabra para asumir esa actividad; enviado por su padre, don Fernando, que desde Cataluña avizoraba el porvenir del aceite de oliva en esta tierra, tan excelente en buenos olivares pero tan atrasada en saber comercializarlo. Como dijo el catedrático José Peña durante la presentación del libro de Lourdes, «don Luis Pallarés supo armonizar lo rural con la industrialización y comercialización». Fue un adelantado en Andalucía del negocio oleícola. La empresa Pallarés llegó a tener 200 trabajadores en Cabra y exportó aceite de oliva a medio mundo. Don Luis incluso obtuvo permiso de la Casa Real para comercializar la marca Rey Alfonso, con el retrato del rey Alfonso XIII. Muerto don Luís, murió la empresa que ahora ha resucitado su descendiente Macarena con la marca Legado Ortega Pallares. Una grata sorpresa.H

*Periodista