"En la agitación permanente del mundo, la finalidad de la política reside en lo de siempre: la acción. Un gobernante que no esté animado por el espíritu de reforma al servicio de la armonía en el interior y de la seguridad en el exterior, traiciona su vocación y su misión". Estas palabras las firmaba Denis Jeambar en su editorial del 11 de febrero de 1999 en el semanario L´Express refiriéndose a Claude Allègre, ministro de Educación. Cuando consulto mi hemeroteca privada, al azar, suelo encontrar frases como esta aplicables a situaciones del presente, lo que demuestra que la preocupación de periodistas, escritores e intelectuales liberales por la democracia y su compromiso con la política real despojada de posturas demagógicas y fatuas, están siempre vigentes. La acción, el espíritu de libertad y reforma al servicio de la armonía en el interior y de la seguridad en el exterior, ¿qué candidato español, en la actual vorágine del juego de los sillones, los encarnaría, enfocados al primer derecho inalienable de cualquier ciudadano como es el de ser gobernado mediante una acción en beneficio de la armonía y la seguridad? No Rajoy, por supuesto, un tipo lento, tardo de reflejos, facilón, previsible en sus medidas de esquilmarnos vía impuestos. No Sánchez, la veleta de todas las espadañas al socaire del mejor viento en su provecho. No Iglesias, empeñado en echar raíces hasta conseguir llevarnos a los años cincuenta y, a la menor oportunidad, perpetuarse en el poder. Solo Ciudadanos parece moverse, solo Rivera despliega hoy la acción. Una acción por el cambio en busca de confluencias.

* Profesor