Después de semanas, meses, de auténtica incertidumbre, parece que ya el juego de Puigdemont, a la cabeza del grupo secesionista, llega a su fin. No solo se ha engañado y mentido con el trámite del proceso independentista, que sin género de duda ha vulnerando e infringido gravemente la Ley, sino que además se ha jugado con ello. Estaba claro que al primer requerimiento hecho por el Gobierno, el presidente de la Generalitat no iba a aclarar nada e iba a seguir moviéndose en la ambigüedad, tal como fue, y como lo ha vuelto a hacer en la contestación a la aclaración solicitada por el Gobierno central; en eso no ha defraudado. Y ha jugado con el Gobierno de España y con todo un país preocupado por la situación catalana, utilizando terminología lingüística imprecisa y equívoca, hablando de una república independiente de Cataluña, que solicitaba al Parlament que suspendiera, pero que ni éste se reunió ni votó. Y ahora amenaza con declarar unilateralmente la independencia al activarse el art. 155 de la Constitución…. pero, ese artículo ya se activó desde que se le hizo el requerimiento que dicho precepto prevé, por lo que no hay que esperar a ninguna DUI para actuar desde el Gobierno central porque, aún sin ella, la Generalitat está actuando al margen de la ley. A Puigdemont le falta valor, y se sigue escudando en el «mandato popular», manifestando que su postura no es una decisión personal, y sí que lo ha sido. Si tan seguro estaba de su planteamiento secesionista y de la validez del «mandato popular» ¿por qué no declaró la independencia?, simplemente porque conoce perfectamente las consecuencias judiciales (penales) sobre su persona de realizar la DUI, lo que evidencia su falta de coherencia y valentía política.

Ha jugado con los sentimientos independentistas de algunos catalanes que se sienten engañados, y no me refiero a los de la CUP, que básicamente son agitadores más que defensores de la independencia catalana. Ha jugado con la prensa internacional vendiendo unas falacias del Estado represor, pero lo peor de la situación es que se está jugando con los intereses económicos de la comunidad catalana, con el bolsillo de la gente, y eso duele, y mucho. La fuga de empresas es cada vez mayor, los mercados financieros se resienten, el consumo se restringe y también desciende el turismo, etcétera... ¿Es que no se dan cuenta Puigdemont y compañía que eso es realmente el «mandato popular»?

Si Rajoy está actuando bien o mal, hay opiniones para todos los gustos, porque «sus tiempos» pueden desesperar, aunque a él le suelen dar buen resultado. Pero tiene que ser valiente y parar el juego independentista ya, adoptando las medidas que sean necesarias, entre ellas disolver el Parlamento y convocar elecciones autonómicas en Cataluña sabedor de que cuenta con el respaldo de los socialistas y de Ciudadanos. Y una vez celebradas esas elecciones, y con el resultado de las mismas, podremos saber si el juego ha terminado definitivamente o si se juega un segundo partido.

* Abogada