De lo que conozco de los bancos de mi entorno, con los que me relaciono, al menos sé de uno ---y lo sufro en mi propia carne, en mi propia cuenta— que abusa de su clientela hasta límites de abuso, por encima de los de la usura; se trata del banco que probablemente da a la liga de futbol, por llamarse como él, mucho de lo que debiera dar, o al menos no quitar, a su clientela. Sí, el banco de Botín.

Me refiero a las llamadas comisiones por descubierto, cuyo mecanismo voy a recordar de forma muy sencilla. Supongamos que usted tiene una cuenta corriente con este banco —que no es único en el abuso-- más que por nada para recibir una pensión mensual y para cargar los recibos o facturas de sus gastos habituales nada importantes -comunidad, energía eléctrica, televisión…-- y que mantiene por regla general un saldo medio que supera los cien euros y normalmente no sobrepasa los mil quinientos, sin que el banco le dé un solo euro por ese dinero de usted, que el banco maneja como si fuera suyo. ¡Ah! Pero ¿qué pasa si en una ocasión puntual le llegan unos recibos al banco que usted no esperaba y la cuenta queda de forma imprevista, durante dos o tres días, al descubierto en treinta euros, por ejemplo? Pues bien --pues mal--, ese banco que disfruta de su dinero durante meses sin darle un euro le manda una cartita y le cobra en concepto de comisión por descubierto 39 euros. Sí, más del cien por cien en tres o cuatro días. Aunque antes de la recepción de la cartita usted haya comprobado en internet el saldo negativo y se haya apresurado a hacer un ingreso para convertirlo en positivo. Y si usted va al banco y protesta por este desafuero, el empleado le dirá que no puede hacerse nada ante ese automatismo producido en Madrid.

Usted puede pensar que 39 euros no son gran cosa, pero también que ese poco multiplicado por miles de clientes significa millones de euros.

Me viene a las mientes un libro que fue muy popular hace años y que se titulaba Cuidado con los bancos.

Leo en internet lo siguiente: «La temida comisión de 35 euros que cobran algunas entidades bancarias cuando sus clientes se quedan en números rojos en la cuenta puede tener sus días contados. Una juez valenciana ha anulado esta comisión al entender que es un abuso de los bancos que ya cobran hasta un 29 por ciento de interés de demora por los saldos negativos».

La letrada que ha ganado el caso alertó en el juicio de que el Banco de España considera una mala práctica bancaria el cobro de una comisión por un servicio no prestado…

El problema afecta sobre todo a aquellas personas que por un descuido se pueden quedar con un saldo negativo de un euro y a los que automáticamente la entidad bancaria les cobra una comisión de 35 euros.

El fallo indica que la comisión «supone un doble cobro generador de un enriquecimiento injusto». Hasta aquí la cita.

Las comisiones por descubierto están normalmente previstas en clausulas contractuales abusivas, consideradas así no solo por el sentido común y de justicia del pueblo llano, sino por juzgados y tribunales de distinto grado y lugar: así, en la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid del 21 de marzo de 2014 puede leerse que «no es posible la diversidad de remuneración para un mismo concepto, pues ante la existencia de un descubierto en cuenta corriente no es factible, por un lado, percibir los intereses moratorios, y por otro, repercutir una comisión propiamente injustificada». Lo que concuerda con lo expresado en la sentencia de la Audiencia Provincial de Castellón de 26 de febrero de 2013: «Se ha establecido una comisión de descubierto en una cantidad muy superior al de los intereses de demora, que entendemos desproporcionada para el riesgo asumido». Y con lo expresado en la sentencia de 17 de julio de 2015 de la Audiencia Provincial de Asturias.

Dudo que sea exagerado llamar latrocinio al abuso rentable condenado reiteradamente por la lógica y por los tribunales.

Si no vale lo que dicen éstos, tendremos que retirar el dinero de nuestras cuentas corrientes bancarias abusadoras, y cambiar de banco, o guardarlo en cajas de zapatos.

* Escritor y abogado