El Comité Federal del PSOE ha dado luz verde a la abstención que posibilitará la investidura de Rajoy como presidente y la formación de un gobierno para España. Muchos piensan, sobre todo los recalcitrantes del no a Rajoy que si no se ha podido bloquear la formación de gobierno, habrá una segunda, tercera y cuarta oportunidad cuando comience la legislatura de ponerle el palo a la rueda. Con eso que algunos llaman la interpretación del sentido del voto de los votantes socialista, esto es, el no, no y no a Rajoy, pretenden ejercer una especie de frentismo que imposibilite llegar a acuerdos sobre las decisiones legislativas más esenciales que se han de tomar a los largo y ancho de la próxima legislatura. Por supuesto, los que han promulgado, abogado y apuntalado la abstención dentro del Comité Federal no llevan en su hoja de ruta ese despropósito. Entre otras cosas, porque la abstención no solo es un paso para formar ese gobierno que urgentemente necesita España, sino que es la entrada, aunque angosta aún, hacía el bipartidismo. El PSOE tiene que demostrar ahora a esos votantes de toda la vida que han apuntalado la social democracia con su voto, que el simple hecho de pactar con el centro derecha no es la cuestión, sino el qué pactar. El dialogo político en mayúsculas, ese que posibilitó la Transición. Rajoy conoce esta circunstancia y sabe que no solo se juega la partida de sus propuestas de gobierno, sino que la pelota está en el tejado del PSOE que ha de demostrar con el músculo de la ideología, de la negociación y del diálogo que sigue siendo ese partido de gobierno que ha consolidado la democracia, y no esa izquierda llena de esnobismos asamblearios que habla de democracia cuando en realidad lo que esconde son personalismos. Y ya se sabe, los personalismos siempre acaban en autoritarismos. Por eso la abstención es toda una declaración ideológica.

* Mediador y coach