Seis años después de la primavera democrática que concitó las simpatías del mundo entero por el país norteafricano, hoy Egipto, presidido por Al Sisi, sufre la violencia yihadista, tiene la economía hundida y la población más empobrecida --la cuarta parte de los habitantes está bajo el umbral de la pobreza-- y el militar que lo dirige reprime cualquier voz disidente.