La directiva de Hermandades del Trabajo en Córdoba y la comisión organizadora del programa de actos conmemorativo de su 60 Aniversario, celebrado a lo largo del año 2017, transmite a través de este comunicado su agradecimiento a toda la población cordobesa por su implicación en esta efemérides. Hermandades del Trabajo ha sido cuna de numerosos proyectos de enorme repercusión social, económica y cultural a lo largo de sus seis décadas de existencia. Y, en esta ocasión tan especial, ha vuelto a recibir el apoyo de la ciudadanía y el reconocimiento de las instituciones públicas y privadas más relevantes de la sociedad cordobesa. Gracias a este respaldo institucional y social, se ha podido desarrollar un brillante programa de actividades que culminará con la publicación por parte de la Diputación de un libro que recorre las seis décadas de historia de la entidad a través de la visión de su consiliario y fundador, el fraile dominico Carlos Romero Bermúdez. Añadimos aquí las palabras de agradecimiento e impulso del Padre Carlos, no sin antes desearle una pronta recuperación de su estado de salud, que le mantiene ingresado en el hospital Reina Sofía desde diciembre pasado.

«Las Hermandades de Córdoba hemos vivido un año lleno de recuerdos, nostalgias y gratitud por el sesenta aniversario del comienzo de nuestra andadura, con la unión de aquellas dos hermandades fundadoras (Ferroviaria y del INP), que, con el impulso del querido y siempre recordado Fray Albino, culminó con la constitución canónica del Centro Diocesano de Hermandades del Trabajo en enero de 1957. Sesenta años son toda una vida para cuantos desde los inicios hemos estado en la brecha. Es la mayor parte de nuestra existencia. Hermandades nos ha posibilitado vivir juntos muchas cosas. Compartir ilusiones y alegrías, sinsabores y decepciones de todo tipo. Cumplir sesenta años nos permite reconocer, honradamente, un enorme balance de logros y sus correspondientes esfuerzos que, ante todo, provocan una amplísima acción de gracias al Señor que ha querido servirse de cada uno de nosotros para esta misión. Pero esta efemérides no debe ser solo, ni mucho menos, ocasión para la nostalgia, la vanagloria y el recuerdo. El futuro nos apremia y tanto espacio recorrido ha de servirnos para tomar el impulso que nos lance hacia adelante. Tras la celebración y la memoria de lo vivido, debemos hacer patente nuestro agradecimiento a todas las personas, colectivos e instituciones que lo han hecho posible. Pero, más importante aún es que surjan, de cara al futuro, nuevas ideas, más ambiciones apostólico-sociales y, lo que es esencial y más difícil: nuevas personas. Porque el mundo del trabajo sigue teniendo grandes urgencias, nuestro carisma se mantiene válido y el soplo del Espíritu nos empuja hacia adelante con toda la Iglesia».