Mientras los rojos de Ducati celebraban la plata de Andrea Dovizioso y el bronce de Andrea Iannone como si hubiesen ganado el Mundial (casi), Jorge Lorenzo culpaba a su casco ("cuando faltaban siete vueltas se me ha despegado la espuma interior y casi no veía") del mal resultado y Marc Márquez reconocía "haber cometido un error muy grave en la primera curva y, aunque he remontado, al final me he conformado con los 11 puntos".

De pronto, Dani Pedrosa provocó la alarma al asegurar, tras su pésima carrera, que se bajaba de la moto y que no volverá a subirse a ella "hasta que solucione, de forma definitiva, mis problemas en el brazo derecho". Eso no significa que no esté, dentro de 15 días, en el Gran Premio de Austin (Texas, EEUU) aunque todo el mundo le da ya por ausente. Significa que va a seguir buscando el modo y los doctores que le ayuden a recuperar la fuerza en ese brazo, del que ya se ha operado dos veces.

Ni que decir tiene que Pedrosa, que no aceptó preguntas en su aparición ante la prensa, tiene el sitio asegurado en Honda, que le esperará el tiempo que haga falta e, incluso, nadie en el equipo descarta aún que no viaje a Estados Unidos. Eso sí, difícil que lo arregle en dos semanas.

El dolor del Poulidor del MotoGP contrasta con la euforia que desató la 109 victoria del Doctor, que vuelve a liderar el Mundial de motociclismo, cosa que no ocurría desde la temporada 2010.

Valentino Rossi saca motivación donde nadie la encuentra. "Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto. Desde Japón 2006, cuando tres italianos (Valentino Rossi, Loris Capirossi y Marco Melandri) peleamos por la victoria. No gané yo, no. Hoy he disfrutado muchísimo y he sumado mayor motivación cuando he sabido que Marc estaba detrás. De pronto, me han dicho que estaba ahí, quinto, y he pensado ¡cazzo, é di nuevo lì, il piccolo bastardo (joder, ahí está de nuevo el pequeño bastardo). Y he apretado aún más. Ha sido él quien más me ha motivado", aseguró el vencedor en el estreno de ayer.