En el equipo Movistar Yamaha, como estaba previsto, como se intuía, por más que todos los protagonistas de la historia tratasen de ocultarlo o disimular, ha terminado estallando todo por los aires. La moto de este año ha sido un rotundo fracaso, pese al inicio fulgurante de Maverick Viñales, con victorias en las dos primeras carreras (Catar y Argentina) y, luego, en Francia, o el repentino triunfo de Valentino Rossi en Assen (Holanda). Ha sido tal fracaso que los dos pilotos oficiales han terminado corriendo (y siguiendo fracasando: Rossi terminó 5º y Viñales, 12º) con el chasis del pasado año, aquel con el que Johann Zarco ha estado peleando por la victoria en multitud de ocasiones y sumando hasta tres podios (Le Mans, Sepang y Cheste).

Rossi, que terminó arrastrando a Viñales hacia el caos, no comparte la opinión del catalán sobre qué tipo de moto necesitan

Lo peor es que al equipo se le han visto las costuras y, finalmente, ha quedado demostrado que Rossi, como viene siendo habitual en él, no permite que su compañero de box (ya perdió, claramente, la batalla con Jorge Lorenzo) lleve la voz cantante y marque el desarrollo de la moto. Desde el primer día, el Doctor dijo que esta moto, la 2017, no iba bien y no paró hasta que logró, la semana antes de correr en Holanda, donde ganó, que cambiasen el chasis. Eso hizo dudar a Viñales que, en lugar de seguir su línea y mantener el primer chasis 2017, aceptó la solución Rossi. Conclusión: se hundieron los dos juntos.

Las duras críticas de Viñales

“Ha sido una temporada durísima, hemos ido de más a menos y estoy contento de que haya acabado este sufrimiento”, reconoció Viñales en el fin de semana de Cheste. “Como piloto estoy muy frustrado y espero que el equipo Yamaha también lo esté. No estoy en un agujero, pero mentalmente es una situación complicada. Voy un segundo más lento que en los test. Mejor preguntáis a Yamaha porque yo no sé qué pasa”.

El fin de semana valenciano se fue complicando y, al final, sorprendentemente, Rossi y Viñales tomaron la decisión, junto a los responsables técnicos del equipo, de adelantar a la carrera de ayer el experimento que querían hacer mañana, en el primer test de 2018, y que consistía en probar el chasis del pasado año. El experimento fue un fracaso dado el comportamiento de ambos en carrera y la clasificación final.

Rossi, que ya el viernes del Gran Premio de Valencia había dicho que no compartía “en nada” los comentarios críticos de Viñales (“puede que yo me sienta menos frustrado que él pues intuí y supe, antes que él, que está moto no iba bien”, señaló Vale), reconoció, tras la carrera, que “los ingenieros japoneses saben hacer motos ganadoras y ya saben lo que necesitamos con vistas al año que viene”.

Lo cierto es que, finalmente, se produjo el reconocimiento, por parte de Maverick Viñales, de algo que muchos periodistas le habíamos estado preguntando a lo largo de los últimos meses (de fracasos) y él se negaba a reconocer públicamente: se había dejado comer el terreno por Rossi y las decisiones y sugerencias técnicas del nueve veces campeón del mundo le habían alejado de su camino para aceptar las propuestas del italiano.

“Todos tenemos parte de culpa de esta situación”, confesaba, finalmente, MVK, que arrancó la pretemporada (donde arrasó allí donde se celebraron los test invernales) y el inicio del Mundial (victorias en las dos primeras carreras de Catar y Argentina) siendo el principal favorito al título, que ha terminado llevándose Marc Márquez. “Puede que yo hubiese tenido que ser más estricto a la hora de pedir las cosas y, sí, debí fiarme más de mis sensaciones y no de las de los demás. Quizás mi error fue no seguir apostando por el chasis que me dio las victorias iniciales”.