Los entendidos lo llaman Déjà vu . Ya saben, esa extraña sensación de haber vivido antes algo que está ocurriendo en el presente. A mí me pasa mucho en campaña electoral. Es escuchar propuestas sobre El Cigarral, el aparcamiento subterráneo de San Agustín, la pista de atletismo o el arco de San Lorenzo y mis neuronas comienzan a alinearse con Júpiter, induciéndome a pensar que todos esos proyectos no solamente no son nuevos sino que se vienen coreando desde que El Gran Capitán era cabo primero. Pero no pasa nada. Una vez recontados los votos, se vuelven a guardar en el cajón y así valen para las próximas municipales.