La suerte se alió con los alumnos del colegio Salesiano San Francisco Solano y con los usuarios del Centro Comarcal de Atención Temprana el pasado 26 de septiembre. El enorme muro que delimita el acceso al castillo del Gran Capitán, situado a escasos cinco metros de la fachada del centro educativo, se desplomó de forma repentina y sin causar heridos cuando el reloj marcaba las 15.15 de la tarde, apenas unos minutos después de que centenares de niños hubieran abandonado las aulas.

El enorme estruendo alarmó a los vecinos de las calles Iglesia, Arcipreste Fernández Casado y Gran Capitán, así como a los alumnos y profesores que se encontraban en el comedor escolar, que descubrieron con asombro cómo el muro exterior de la antigua guardería del Castillo, que alberga el centro comarcal de Atención Temprana y la sede de la asociación musical Pascual Marquina, se había venido abajo.

"Todo ha pasado en cuestión de segundos", aseguró uno de los operarios de la empresa que, desde hacía dos semanas, estaba trabajando en la mejora del drenaje y de los revestimientos de la pared, para la que el Ayuntamiento destinó 40.000 euros del Programa de Fomento y Colaboración con los Municipios y Entidades Locales de la Diputación.

Las obras, que habían provocado el recelo de algunos padres de alumnos del colegio Salesiano por su proximidad al centro educativo, se estaban centrado en la construcción de drenajes hasta la base de los muros de la margen izquierda del principal acceso al recinto del castillo.

Según detalló el alcalde, Federico Cabello de Alba, poco después del suceso, el día anterior "se descubrió una pequeña fisura" en la pared que, con el paso de las horas, se fue agrandando. No en vano, los servicios técnicos municipales trabajaron contrarreloj para aplicar una solución constructiva que impidiera el avance de la grieta. Pero no llegaron a tiempo.

"Se estaban tomando ya las medidas cuando los albañiles vieron que el muro empezaba a abrirse", explicó Manuel Muñoz, jefe de Obras del Consistorio, que relató que los operarios abandonaron rápidamente el recinto de la antigua guardería y alertaron a algunos niños que había en las inmediaciones del colegio para que se alejaran de inmediato.

Días más tarde, el alcalde defendió que el derrumbe del muro "no era previsible", a tenor de los informes elaborados por los servicios técnicos del Ayuntamiento. "Fue un accidente que cogió por sorpresa", afirmó el regidor, quien defendió la actuación de los técnicos municipales antes y después del incidente.

En contra de la opinión manifestada por algunos padres de alumnos, el primer edil defendió la idoneidad de las medidas de seguridad adoptadas al inicio de las obras. "Las medidas de seguridad que se habían adoptado eran las correctas", aseveró Cabello de Alba, quien desveló que un inspector de la Fundación Laboral de la Construcción cursó una visita a las obras y verificó que se habían cumplido todos los procesos.