Cuando Chavela Vargas dijo aquello de que "las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes", bien podía estar pensando en Martirio y en Raúl Rodríguez. Y no porque la onubense haya dejado de vislumbrar un porvenir apasionante o porque su vástago carezca de unas tablas que para sí quisieran muchos de los nuevos presuntos talentos. En absoluto.

Pero nadie duda de que la polifacética María Isabel Quiñones, que comenzó a hacer sus pinitos artísticos en el seno de Jarcha, en la convulsa década de los setenta, se torna más seductora en De un mundo raro , un espectáculo auténtico, desgarrador, que recaló en el Teatro Garnelo de la mano de La Abuela Rock.

En estos Cantes por Chavela , Martirio contó con la inestimable base melódica de su hijo, Raúl Rodríguez, un metódico antropólogo que decidió seguir los pasos de su madre y que se ha consolidado como productor y como guitarrista de referencia, llegando a colaborar con artistas de la talla de Enrique Morente, Compay Segundo, Jorge Drexler, Miguel Poveda o Luz Casal.

La admiración que Martirio y Raúl Rodríguez profesan a La Dama del Poncho Rojo quedó patente en Montilla, donde compartieron un repertorio universal, adaptándolo al compás flamenco e imprimiéndole una lectura tan personal como la que siempre aportan a sus respectivos trabajos. Ellos dos solos, acompañados del recuerdo de la maestra y mecidos por el amor hacia ella.