La peatonalización forzosa a la que se ha visto sometida la Corredera como consecuencia de las obras de reurbanización que se han llevado a cabo en los últimos meses constituye una oportunidad de oro para implantar, de manera definitiva, una medida que se ha ido adoptando con éxito en ciudades de nuestro entorno y más alejadas, en las que se ha ido imponiendo el sentido común y en las que los respectivos ayuntamientos han concedido el protagonismo a los peatones. Como debe ser.

Obviamente, una medida de esta naturaleza no debe aplicarse al tuntún, dado que existen multitud de establecimientos comerciales y vecinos con plaza de garaje que necesitan transitar con sus vehículos por esta vía. Pero también existen fórmulas intermedias que ayudarían a Montilla a afianzarse como la gran ciudad que es. Ojalá sea posible.