Llegar, ver y convencer. Así podría resumirse el paso de Farruquito por la Cata Flamenca de Montilla. El artista sevillano constituía el gran atractivo de un festival que retornó a las Bodegas Alvear y por cuyo tablao han pasado las máximas figuras del cante jondo contemporáneo.

Juan Manuel Fernández aparecía en el escenario tocado con un pañuelo de seda que surcaba el aire al son del taconeo colosal de sus botas límpidas y del movimiento sublime del que desplanta sin resultar soberbio y de quien parece flotar sobre los acordes de la guitarra. Su dominio de la escena es absoluto. Innato. Tanto que se atrevió a improvisar un espectáculo con el que lleva recorridos miles de kilómetros y que pellizca el corazón a quienes asisten atónitos a la materialización de la magia. Del duende.

Pero la Cata Flamenca fue mucho más que Farruquito, por increíble que parezca. Este festival que organiza el Ayuntamiento de Montilla en colaboración con la Peña El Lucero y la Diputación, colgó el cartel de "no hay billetes", gracias a una terna de artistas que colmó con creces las expectativas de los cerca de mil espectadores que se dieron cita en el patio de la bodega más antigua de Andalucía. Tras la presentación de Antonio Varo Baena, el encargado de romper el hielo fue Antonio Mejías. Con Patrocinio Hijo a la guitarra, el de Montilla hizo vibrar al público con sus alegrías de Cádiz y con sus inconfundibles seguiriyas, en las que volvió a demostrar su dramatismo y su capacidad expresiva que atrapa los sentidos.

Con el ambiente más que caldeado hacía acto de presencia Antonio Reyes. El artista chiclanero hizo revolverse en sus asientos a los aficionados más selectos, gracias al diálogo íntimo que mantuvo con la guitarra de Antonio Higuero y que tuvo a bien compartir con el público.

El broche de oro corrió a cargo de Arcángel --que acusó esos problemas de voz que le vienen acompañando en los últimos días-- y Tomasa Guerrero, La Macanita , que derrochó simpatía y puro arte. Su voz gitana y honda y su saber estar cautivaron a un público diverso, llegado desde distintos puntos de España.