El Parador de Riobóo es un antiguo caserío y lagar que pasó posteriormente a ser propiedad de las Bodegas Cobos y que, a finales del siglo XIX, contó con gran notoriedad, al ser un lugar de paso obligado para diligencias. El establecimiento fue inaugurado poco antes de 1840 y, según detalló Enrique Garramiola, fue levantado por "trabajadores escogidos entre condenados a prisión de buena conducta", que redimieron así el último periodo de encarcelamiento.