"La mayor de las riquezas es la que nace de las entrañas de la Tierra". Este aforismo árabe, que atesora más de mil años de historia, viene a constatar algo que por estos lares sabemos bien: que de las viñas asentadas en nuestra comarca nace un producto único en el mundo, fruto de ese particular matrimonio que fraguó la Naturaleza con el hombre y que ofrece como resultado una criatura líquida de excepcional valía, que constituye el más reconocible rasgo identitario de esta ciudad.

Pero ya saben que el vino no se hace solo. Requiere del tesón de esas personas comprometidas con su tierra que, de sol a sol, consagran todos sus esfuerzos a una profesión dura, digna y absolutamente necesaria. Vecinos anónimos que, seguramente sin pretenderlo, se convierten en dignos embajadores de una tierra que les debe agradecimiento permanente.