Duende y flamenco. Espacio y palabra. Principios activos esenciales en A contratiempo , la curiosa muestra con la que despidió el año la Casa del Inca, el noble edificio que albergó durante tres décadas al primer cronista de América y a uno de los más notables autores del Renacimiento hispánico.

Animados por el artista montillano Manuel Portero Laguna, la cordobesa Tony Soto y el sevillano Pisco Lira unieron sus obras en una exposición que contó con una excelente acogida y que aunó la Galería de Raros de la primera --con retratos de grandes figuras del flamenco-- con los Estilemas del segundo, esas pequeñas teselas de luz literaria, cargadas de sabiduría y colores eclécticos. A juicio de Francisco Lira, A contratiempo se acercaba bastante "a la poética de la emoción visual", a un "logrado emocionalismo del color y la línea". A ello contribuyeron las pinturas de Tony Soto, en las que "el rostro posee su propia iconicidad", emergiendo como una metáfora para los ojos, una poética visual que, a base de pinceladas alternantes y emocionales, lograba atrapar el duende del cante jondo y llevarlo hasta la Casa del Inca.

Pero la realidad no es todo lo que hay. En A contratiempo , el guitarrista Juan del Gastor no solo compartía escenario con Fernanda y Bernarda de Utrera, Miguel El Funi o La Perrata, aquella mítica cantaora que formó parte del cartel de la primera Cata Flamenca de Montilla. La muestra con la que la Casa del Inca despidió su temporada expositiva del 2014 regalaba esas trazas de pensamiento que Francisco Lira acompaña de color, convirtiendo la filosofía en arte y el color en tratado metafísico.