Vivimos un momento en el que la siempre necesaria solidaridad suele eclipsar con demasiado frecuencia la puesta en marcha de medidas que sirvan realmente para poder salir de una crisis que se está prolongando en exceso. Las ayudas a los que menos tienen (sobre las que, por supuesto, no se puede bajar la guardia) no están reñidas con la adopción de medidas urgentes para la recuperación real de la economía. Para ello resulta imprescindible facilitar créditos a quienes tienen una iniciativa para desarrollar, que se ofrezcan facilidades para la apertura de nuevas empresas y negocios, que se brinden locales en los que nuestros jóvenes puedan avanzar en los nuevos métodos y sistemas de trabajo, como el "coworking" y, por supuesto, que se apueste decididamente por la internacionalización de la economía local. Se ha quedado anticuado aquello de que los jóvenes son el futuro, pues deben ser y son el presente y, por supuesto, deben trabajar aquí, en su propio país.