La ciudad ha vivido una jornada histórica de la mano de la apertura al culto de la iglesia de San Pedro Mártir de Verona. Una espléndida ceremonia religiosa sirvió para dar toda la solemnidad que exigía el acontecimiento. No en vano, después de 150 años de abandono, lo que era un edificio en ruinas ha sido felizmente recuperado gracias a la tenacidad de los miembros de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Como dijo el obispo de la Diócesis, Demetrio Fernández, todos los lucentinos tienen motivos para sentirse orgullosos de haber logrado la proeza de levantar un magnífico edificio como este en estos momentos de crisis. Este hito, que tanto mereció disfrutar el involvidable hermano mayor Eduardo Cortés, ha de convertirse en un revulsivo para la ciudad, que tiene que seguir marcándose y asumiendo nuevos retos.