Se está hablando mucho de la bajada de impuestos. Sin embargo, se informa poco o nada de lo que sucedería si las administraciones recaudan demasiado poco para poder responder a los servicios que exigen los ciudadanos. Es lógico que los contribuyentes aboguemos por pagar menos y así tener más dinero en el bolsillo para, de esta forma, poder gastar más. Con ello, lógicamente, dinamizamos la economía por la vía del consumo, que es lo que se viene defendiendo desde algunos foros.

Ahora bien, este planteamiento puede ser simplista y erróneo en la medida en que en la sociedad del bienestar los ciudadanos nos hemos acostumbrado a unos servicios a los que no estamos dispuestos a renunciar. Además, lógicamente, también queremos que la administración ayude a solucionar las problemáticas sociales derivadas del paro y contribuya a mejorar el medio medio ambiente o ayude al denominado tercer mundo, entre otras cosas. Entonces, ¿qué preferimos, seguir pagando más o menos lo mismo y que se puedan seguir afrontando tales servicios?, o, por el contrario, ¿pagar muchos menos y que, matemáticamente lleguen los recortes? En el término medio suele estar siempre la solución más adecuada.