Me da escalofrío ver las estadísticas que reflejan el gran número de jóvenes que cada año tienen que abandonar nuestra tierra para buscarse el pan allende nuestras fronteras. Jóvenes que han dejado lo mejor de su vida en los pupitres no encuentran una salida laboral. Es una situación de la que tenemos que cobrar conciencia todos, pues todos, en definitiva, la padecemos, de una manera u otra. Hemos de tener presente que se están yendo muchas personas que necesitamos para seguir mejorando nuestro tejido económico y social y, por ende, cimentar el futuro de quienes algún día habrán de percibir sus pensiones de jubilación. Además, el crecimiento de la población se ha ralentizado y el envejecimiento demográfico es galopante. Por ello es urgente adoptar medidas para corregir cuanto antes una tendencia que resulta, cuando menos, preocupante. Aún podemos estar a tiempo.