Ante los graves acontecimientos ocurridos en Cataluña, todos los españoles hemos sufrido con el pueblo catalán que obedece la Constitución y las leyes derivadas de esta. De todos los desmanes que hemos presenciado, hay uno que me ha «tocado» de forma especial : la utilización de niños y jóvenes para influir en sus ideas a favor de sus fines. Como maestra que ha trabajado 41 años, me duele que se enseñe la Historia tergiversada y se les hable de manera maligna de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No es esta la misión de maestros y profesores. El cerebro de los menores es como un campo sin cultivar. Todo lo que se siembra florece. Los adolescentes, también menores, no tienen aún criterio propio y son fáciles de manejar. En esta etapa, se manifiesta la rebeldía ante todo lo establecido, padres, instituto, convivencia, normas civiles etc. Hacer huelga, producir destrozos, organizar el caos, para ellos es una diversión, además de días sin clase.

Por todo ello, la manipulación que han hecho del alumnado me parece vergonzosa y me produce tristeza que maestros y profesores se hayan prestado a semejante falacia. No se puede caer mas bajo. Creo que no es suficiente con llevarlos a declarar. Pienso que las distintas delegaciones de enseñanza deberían abrir expedientes disciplinarios a estos pésimos obreros de la enseñanza, y si no saben, o no quieren hacerlo bien, deberían pensar en cambiar de trabajo. No les ha importado el sufrimiento de aquellos alumnos-as cuyos padres trabajan por la seguridad de todos. La enseñanza requiere vocación, verdad, objetividad, no manipulación y, sobre todo, cariño a las personas confiadas por sus padres para su educación.