La Universidad de la Mística de Ávila acogía a mediados del mes pasado una importante reunión del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos. Estuvieron presentes representantes de 42 países, movimientos eclesiales, representantes sindicales el Director de la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y obispos, entre los que estaba el presidente de la Conferencia Episcopal Española. Y es que la consideración del trabajo y sus derechos en una economía globalizada se ha convertido en una cuestión de primer orden al preguntarse sobre los efectos de un modelo económico que, interpretaciones ideológicas aparte, está produciendo daños en los más débiles.

El reto, como lo fue en los años sesenta del siglo pasado, en pleno debate social sobre el desarrollismo, sigue siendo la discusión acerca de una economía de rostro humano en la que a nadie se le impida trabajar para sostener su vida.