Empezaría diciendo al nuevo presidente del Gobierno que soy ‘centennials’, que no estoy obligado a votar pero que soy uno de los ciudadanos españoles que no asocio el voto con una fórmula de cambio por la poca credibilidad de lo que provenga del ámbito político de mi país, España.

Mi voz representa a los ‘centennials’, pero también a la ‘Generación K’. Son casi sinónimos. El nombre procede de la película ‘Los juegos del hambre’, jóvenes que piensan que viven en una sociedad en permanente conflicto. Un mundo violento, distópico e injusto ante el que deben reaccionar.

Tras el asombroso éxito de la moción de censura del 1 de junio, en mi interior ha surgido una irresistible búsqueda de explicaciones y sentimientos de cómo documentaron la moción y cómo actuar desde el Gobierno para ser coherente con las razones que llevaron al proceso de cambio de presidente. Por supuesto, que la situación es más confusa y que los motivos de cada uno de los que apoyaron la moción eran muy diferentes y estratégicamente heterogéneos. Como buen adolescente me declaro «ciudadano del mundo» y soy de una generación tolerante que nos preocupa el interés por la política a través de otros mecanismos políticos, no convencionales, como las manifestaciones, concentraciones o marchas de protesta.

Mi generación no muestra un desinterés generalizado, sino más bien una visión crítica sobre algunos elementos de la vida política. Lo único que le pido presidente, por favor, que tenga el honor de servir a España y aprender a defenderla, que quien no vive para servir, no sirve para vivir.

Fernando de Borbón Vallejo

Sevilla