Reciclar el plástico no es suficiente. La mayoría de los desechos generados por el plástico son incinerados, enterrados o exportados a países del tercer mundo. Además es un proceso muy costoso que no conduce a la producción de plásticos de primera generación.

En cada proceso de su existencia: fabricación, uso y desecho el plástico contamina, y acaba descomponiéndose en micropartículas que serán ingeridas/absorbidas por la tierra y los océanos, pasando a formar parte de sus ecosistemas y de la cadena alimentaria. Toneladas de plástico conforman enormes islas flotando por los océanos cual icebergs, a merced de las corrientes. El mismo problema existe en los desiertos, en países tercermundistas, en nuestros hogares y en nuestro cuerpo. La polución que genera es masiva, global y urgente. Estas partículas químicas están también presentes en la sangre y en los tejidos de la mayoría de los animales, de los humanos e incluso de los recién nacidos.

Así, el abuso de consumo de plástico de un solo uso (pajitas, botellas, bolsas, embalajes, vasos...) se ha convertido en un drama global, un problema incontrolable. Los restos de estos objetos, útiles tan solo unos minutos, permanecerán para siempre en nuestro planeta. ¡La Tierra nunca los podrá puede digerir!